Cruzar la puerta de esta tienda del centro de Huesca es asegurarte un viaje al pasado, no en vano estamos en el ultramarinos más antiguo de Europa. Si el término japonés «umami» (significa sabroso y también es conocido como glutamato monosódico) se aplicase a establecimientos, La Confianza tiene umami, sin duda alguna: el mostrador, las estanterías abarrotadas de delicatessen y de productos de otra época, los suelos de baldosa hidráulica y, ojo, levanten la cabeza y miren el techo, esa alegoría al comercio mezcla entre fresco y lienzo.
La Confianza lleva abierta en Huesca desde 1871 y ni las diferentes guerras ni las pandemias han podido con ella: nunca cerró. Al frente de la tienda, Víctor Villacampa si bien él mismo reconoce que su madre sigue siendo la dueña y jefa del cotarro. Damos fe, la señora está atendiendo al numeroso público que viene en busca de conservas, chocolates, quesos…
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Ultramarinos La Confianza está considerada una de las tiendas más antiguas del mundo. Posiblemente de España y de Europa porque la acepción ultramarinos tampoco existe fuera de la Península Ibérica. Se conserva originalmente todo: estanterías, suelos, techos, mostrador, incluso muchos elementos que se han podido recuperar, que estuvieron abandonados en algunos desvanes o bodegas, durmiendo la noche de los tiempos, pero que han sido recuperados y dan testimonio de la antigüedad de la tienda.
Tienda que por cierto, vende un poco de todo pero que antaño tenía una oferta de lo más variopinta y por tener tenía hasta cloroformo (aún se conservan los botes), el famoso Vino Quina, que incluso se daba a los niños y por supuesto, el papel higiénico el Elefante.
No ha cambiado nada entonces aquí…
Bueno, aparte de la cámara frigorífica, que en ese momento no existía, ni siquiera la luz eléctrica, la caja registradora y los TPV, lo demás se conserva igual. Y lo que no se ha podido conservar, se ha restaurado. Luego hay mucha parte del público, tanto turismo como clientes de aquí, de la ciudad de Huesca, que nos ofrecen cosas que iban a tirar. Nos vienen incluso con cosas de la propia tienda, noticias, anuncios de periódicos, fotografías, aunque la fotografía no se había inventado, pero tenemos alguna de 1909.
¿Cómo nace esta tienda?
Una familia francesa la abre en 1871, alguien de una burguesía que llega a Huesca. Encarga las pinturas del techo a un amigo suyo, un catedrático de pintura, el gran pintor León Abadías. Le encarga esta alegoría al comercio, un mural gigantesco que está pintado entre fresco y lienzo. El fundador después fallece, se queda la viuda y va pasando por otras manos como Fulgencio Peláez, que trae el bacalao, las especias… A partir de ahí, yo sería la sexta generación, no de sangre. De sangre sería la 4.ª. Pasa a las manos de mis bisabuelos, abuelos, mis padres… Mi madre sigue activa al pie del cañón, sigue siendo un poco la dueña y jefa de todo esto.
¿Usted quería dedicarse a esto?
Jamás quise dedicarme a esto. Hay que tener en cuenta que me crié debajo de estos techos, para mí esto era más una casa normal y corriente, no podía apreciar en ningún momento el arte que tenía. Pero llega un momento en tu vida que después de hacer tus estudios y dedicarte a tus cosas parece que el corazón o la casualidad hacen que vuelvas y empieces a apreciar cosas. Mi padre fue el que me enseñó a apreciar cosas que yo no hubiera apreciado jamás.
¿Llegó a cerrar la tienda en algún momento?
No se tiene constancia de que el establecimiento haya cerrado nunca. Desde luego no en la Guerra Civil, porque yo con mi abuelo trabajé mano a mano. No tenemos constancia de haber cerrado jamás, ni siquiera en pandemia, ni en guerras.
¿Qué productos se vendían aquí que ya no encontramos y resultan curiosos?
Se ha ido conservando todo, muchas cosas que hoy estarían prohibidas como el cloroformo, aún conservamos algún botecito. ¿Te lo puedes creer? Polvos para la cara, cremas, incluso algún bañador antiguo que es curiosísimo.
idealista/news
Hace unas semanas cerró en Madrid una antigua bombonería porque tenían un contrato de renta antigua y ya no podían asumir el nuevo alquiler, ¿este establecimiento es de la familia o es alquilado?
Afortunadamente, el establecimiento es nuestro, costó esfuerzo comprarlo. Mis antepasados lo tenían en alquiler, incluso mis padres y cuando yo decido quedarme hacen el esfuerzo de comprarlo. Mi padre fallece tristemente y nos quedamos mi madre y yo, mano a mano, luchando como jabatos.
No se marchen sin bajar a la bodega y ver el museo que Villacampa tiene allí: otro tesoro digno de verse. Con modestia, nos cuenta que su padre hacía autómatas y qué el heredó esa pasión… Si han visto la película La invención de Hugo, se sentirán como dentro de la cinta.