Visitar la sede de Lzf es como estar en un showroom que bien podría estar en New York o en una ciudad nórdica: diseño molón a tutiplén. En este caso, de lámparas y os aseguramos que cuesta muchísimo elegir la que más nos gusta. Está el modelo Koi, un enorme pez en suspensión que parece sacado de una película de Miyazaki; o el modelo Big Bird (el nombre lo dice todo); Agatha, Candelabro…
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Ésta última es creación de una de las fundadoras de esta firma, Mariví Calvo, que estudió Bellas Artes y acabó haciendo lámparas de madera junto a su pareja Sandro. Ninguno de los dos había previsto dedicarse a esto pero ya se sabe que la vida es eso que pasa mientras tú haces otros planes… Todo surgió de una exposición que hicieron en un teatro con diseñadores, artistas, arquitectos, iluminadores que se llamó Luzifer, que fue el nombre originario de la empresa pero que tuvo que abreviarse a Lzf por un nombre similar en USA.
“Al principio diseñaba yo pero no soy diseñadora. Yo creo en la luz amable, ambiental, que te deja quedarte mirándola, pero claro, en cuanto la empresa empezó a crecer, lo más interesante era trabajar con diseñadores que realmente tenían unos procesos más estudiados y y una visión más amplia. Siempre hemos creído en la colaboración y en trabajar con gente que sabe de otras materias mucho más que nosotros”, explica Calvo. Ahora mismo trabajan con diseñadores irlandeses, alemanes, españoles… “Estamos abiertos a trabajar con cualquiera que esté preocupado por un material tan natural y orgánico”, añade.
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Todas sus maderas, de haya y cerezo, vienen de bosques sostenibles. En la firma tienen varias líneas de trabajo y una comprende lo que son las lámparas gigantes, como el pez del que hablábamos al principio: “En el caso de Koi, diseñada por unos catalanes, fue una especie de obsesión que tenía por los peces que aparecen en El jardín de las delicias, de El Bosco”, aclara. Y, como podrán imaginar, llevó meses y meses conseguir el resultado final: un enorme pez, se diría que liviano, que parece flotar en el espacio. Es una de sus lámparas favoritas, pero no la única y es que resulta difícil escoger porque todas son bellas, las gigantes, las de mesa… Y si el producto les gusta, ojo con su forma de presentarlo: de una serie llegaron a hacer el folleto en formato cd y vinilo (Sandro, su socio, es músico) e incluso contaban con una canción, creada ad hoc por un músico de Los Ángeles: ¡hasta las alfombras que se diseñaron para los stands en exposiciones tenían forma de disco!
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En la empresa trabajan actualmente 36 personas: sus lámparas se venden sobre todo en Estados Unidos: “Antes de la pandemia vendíamos allí el 80% de lo que hacemos. Vendemos también en Japón, en Alemania, en Australia, Francia, Singapur…”, explica.
Basta echar un vistazo a su web para ver sus creaciones en hospitales oncológicos de USA (en el David H. Koch Center en New York, por ejemplo). “Es un edificio espléndido, de 35 plantas, completamente dedicado al cuidado del cáncer. Este ha sido el más espectacular porque realmente es como un hotel de lujo y muy cuidado cada detalle”, confirma. Allí están sus lámparas, entre otras, en el pasillo por el que el paciente pasa al quirófano: ya no es el frío fluorescente sino una luz más cálida, que intenta transmitir tranquilidad al paciente. También tienen sus creaciones en oficinas de Google, de Coca-Cola, de la Metro Goldwyn Mayer. “Hemos trabajado mucho con el chef José Andrés, hemos hecho el Little Spain que está en Nueva York, hemos hecho en Orlando, en Disney…”.
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Y, ¿qué le parece la iniciativa de la capitalidad internacional de Valencia en el diseño? “El diseño valenciano es parte de nuestra cultura. Creo que debería haber una inversión en ese sentido de hacer visible quiénes son los artesanos, quiénes son los ceramistas, cuáles son los maestros artesanos, quiénes son los diseñadores que están trabajando para el exterior, quiénes son los que vienen aquí a trabajar. Hay muchos. Hay un montón de empresas dándolo todo por poder hacer nuevos materiales, más ecológicos, bio biodegradables, hay que prepararse ya”.
Y, como conclusión sobre este evento que durará todo el año, una última frase: “Ojalá esto pasara cada año”, finaliza Calvo.
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