La Feria del Libro de Madrid ha dado el pistoletazo de salida a una nueva edición con «apuestas optimistas» por parte del sector editorial de cara a las ventas este año y también la «incertidumbre» que ha generado el espacio octogonal habilitado para editoriales pequeñas, las cuales no están «convencidas» en este arranque.
El presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, Daniel Fernández, ha avanzado en este primer día que «la cosa parece que va bien» en el sector y espera que se mantenga a lo largo de estas semanas con la feria. De hecho, ha señalado que a estas alturas del año, la facturación ya está «entre un 5% y un 7%» más alta que en el mismo periodo del año anterior.
«No son estadísticas fiables, pero es la sensación: pese al proceso inflacionario que vivimos, el libro está controlando más los precios medios y se crece en venta de ejemplares», ha señalado Fernández a un grupo de prensa durante la inauguración de la feria en el recinto del Parque del Retiro.
Pese a que las expectativas del sector apuntan ya a concluir el año con un 10% más de ventas respecto a 2023 gracias al impulso de eventos como la propia feria o Sant Jordi, Fernández ha pedido «prudencia» porque, por ejemplo, la climatología puede ser un factor importante a la hora de que se cumplan las previsiones.
En cualquier caso, ha remarcado que el sector «mantiene el crecimiento» que ya había iniciado con la pandemia. Manuel González, presidente de la Asociación de Editores de Madrid, también ha respaldado esta petición de prudencia pese a que ve ese aumento del 10% en facturación «razonable».
«En la feria hay mucho público pero también menos compradores», ha señalado, explicando que en las previsiones se contempla al menos repetir las cifras del año pasado: 11 millones de facturación y 1,5 millones de visitantes, con ‘picos’ de 300.000 personas los fines de semana. No obstante, a esta cifra de visitantes en esta edición hay que poner el ‘asterisco’ de la final de Champions League este sábado que juega el Real Madrid, que puede ser un factor para frenar la asistencia.
EL «EGOÍSMO» DE LOS GRANDES GRUPOS
La novedad más importante este año de la feria es la habilitación de un espacio octogonal para editoriales pequeñas, hasta un total de quince, una decisión que ha generado «incertidumbre». Cabe recordar que en la edición de hace dos años ya se generó polémica por la puesta en marcha de una ‘isleta’ en medio del pasillo debido a que los participantes aseguraban ser menos visibles y recabar un 30% menos de facturación respecto a años anteriores.
«Pensamos que vamos a vender bastante menos que el año anterior», ha explicado a Europa Press uno de los editores de este espacio, Jesús Blázquez, de Ediciones 98. El editor ha reconocido que no se trata de un problema de la organización, a la que atribuye «la mejor voluntad», sino de «egoísmo» de los «grupos grandes» de editoras y distribuidoras.
«Entiendo que hay mucha presión para tener casetas más grandes y aumentar un metro cada espacio, pero veo mucho egoísmo», ha lamentado Blázquez. Los criterios de la feria para que participe una editora es el de tener al menos 25 libros en catálogo y, para tener caseta propia, un total de 79.
«LA ALTERNATIVA ERA NO ESTAR»
La directora de la Feria del Libro, Eva Orúe, ha remarcado en declaraciones a Europa Press que el espacio «es el que es», aunque ha reiterado que esta solución no se debe «entender como un aparcadero». «Hay unas normas de seguridad, solo hay 1.250 metros y, utilizando todo el espacio, sigue siendo insuficiente», ha lamentado.
«Hay que inventar maneras de que esto funcione, tenemos que conseguir que la gente mire al centro y que los editores nos ayuden: la alternativa era no estar», ha concluido Orúe, que pide esperar a la conclusión de la feria para evaluar esta propuesta.