El estilo de vida actual se caracteriza por su creciente distancia con la naturaleza y con un estilo de vida sano. Sin embargo, a medida que esta distancia aumenta, más éxito adquieren los productos conocidos como biológicos, ecológicos o naturales.
La cosmética natural salvaguarda el medio ambiente en toda la cadena de fabricación, embalaje y reciclaje. Así, respeta en sus formulaciones la naturaleza humana al utilizar ingredientes de origen biológico y prescindir de productos procedentes de síntesis como grasas, aceites, colorantes o conservantes.
Entre estos productos, se incluyen los cosméticos. ¿Cómo no vamos a desear tratar nuestra piel, cabello, uñas y dientes con productos procedentes de la naturaleza?
La principal ventaja de los cosméticos naturales, a nivel individual, es su mayor respeto por el equilibrio natural de la piel y, como consecuencia, su mejor tolerancia y disminución de la aparición de reacciones adversas.
Sin embargo la cosmética natural presenta también inconvenientes que pueden frenar su consumo:
- Aspecto y textura menos atractivos.
- Dificultades en la coloración y conservación, sobre todo de algunos componentes muy contaminables.
- Problemas para obtener la calidad cosmética a la que está acostumbrado el público, sobre todo en productos de higiene y solares.
Pero, ¿Quién garantiza que un cosmético es biológico?
Para un consumidor, es prácticamente imposible detectar si un cosmético natural es ecológico. Para garantizar la calidad de “biológico”, “natural” o “ecológico” existen los llamados Organismos Certificadores que evalúan los productos de las marcas que se lo proponen, otorgando un “sello” de calidad visible en el envase de cada producto.
Desde 1995 hasta 2008, han aparecido organismos certificadores en cada país y, en los últimos dos años, la Unión Europea ha intentado crear dos organismos integrados: NaTrue y Cosmos, que sustituyeran a los de cada país, pero de momento coexisten todos. Esta integración sería muy deseable para utilizar unos mismos criterios de evaluación en toda Europa. Sin embargo, las diferencias son tan sutiles que, desde el punto de vista del consumidor, lo más práctico es elegir productos con algún “sello” de garantía de calidad natural, biológica o ecológica.
Por otra parte, toda la industria cosmética sigue estrictas normas de respeto ambiental, con un etiquetaje de los productos que asegura un reciclaje del envase y embalaje. Por tanto, nadie debe traicionar su conciencia ambiental individual por utilizar cualquier tipo de cosmético, mientras elija uno que siga la normativa, que son la mayoría.